Las personas que juzgan críticamente a los demás suelen esconder un complejo de inferioridad, aunque resulte paradójico, proyectan hacia los otros sus propias frustraciones. Por otro lado, suelen ser hábiles a la hora de convencer a sus superiores de que se deben reforzar los mecanismos de control, se convierten en jefes controladores.
Estas personas tienen un grave problema a la hora de confiar en los demás y generan un ambiente tóxico a su alrededor propagando maledicencias y rumores sobre sus competidores. En términos de Douglas MacGregor, son managers que funcionan de acuerdo con la teoría X.
La mala noticia para ellos es que la teoría X no tiene soporte científico.
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